jueves, 5 de mayo de 2011

“Águila que ataca”

México, D.F. a 9 de septiembre de 2009.

Vini, Vidi, Vici (máxima Romana)

“Águila que ataca”
A Cuauhtémoc Blanco

He encontrado un gusto muy especial por el significado de los nombres. En la antigüedad, expresaban el carácter, origen o personalidad de los individuos. Hoy en día, por desfortuna, se buscan los que llamen la atención con desmedido afán de notoriedad, rimbombantes aunque carezcan de sentido y significado.
¿Cómo no caer en el embeleso del nombre de Fernando (atrevido en la paz), Juan (el que goza de la gracia de Dios), David (amado por Dios) o Daniel (Dios es mi juez)?.

En el lenguaje Náhuatl hay un nombre que revela un misticismo muy especial, Moctezuma Ilhuicamina “el flechador de estrellas”. Otro nombre que está presente en nuestra historia es el de Cuauhtémoc. La historia del México prehispánico, nos habla de un joven emperador que con valentía enfrentó a los conquistadores españoles. Historias sobre su heroísmo, valor y pasión por Mexíhco lo conservan como un ícono de la historia de este país, al grado de convertirse en una leyenda de sacrificio. Yo lo traduzco como “Águila al ataque”.
Los que hemos visto los videos del vuelo de un águila gracias al Discovery Channel, no solo admiramos la velocidad y visión que caracterizan a esta fenomenal ave, sino también, podemos ver su instinto estratégico y dominio del campo cuando asecha a su presa.

En este mundo de parábolas tenemos a Cuauhtémoc Blanco, peculiar personaje de la cultura futbolística de México cuya personalidad en el campo de juego es diametralmente opuesta con el modelo de persona que todos quisiéramos poner como un ejemplo a seguir. Su rostro adusto y su ceño fruncido, bien marcado en el entrecejo, debido a lo volátil de su temperamento, muestran la actitud del significado de su nombre. Cuauhtémoc Blanco es un “águila de ataque”. Es el amo del medio campo mexicano desde 1995, año en que debutó con el “Tri”. Él, sin temor a equivocarme, tiene la combinación perfecta de genialidad y temperamento, una mezcla ideal y muy escasa en las canchas. Sus cabalgatas furibundas y los pases milimétricos a sus compañeros, lo han llevado, a pesar de sus 36 años, a ser un referente en cualquier equipo que juegue y ser un indispensable en la formación de la selección nacional. Desde que Javier Aguirre tomó las riendas del “Tri”, no dudó en llamarlo del retiro y usarlo como un bastión de talento y coraje pues el barco que recién tomaba, estaba en el abordaje total. “El vasco” necesitaba de liderazgo, pasión y convicción.

Hay jugadores que se distinguen por su habilidad o la forma de ejecutar una “gambeta” y eso gusta a la afición, pero se requiere mucho más que destellos pictóricos como para trascender al rol de un protagonista.
Cuauhtémoc tiene un amplio dominio no solo del juego sino del campo, su visión es literalmente de 360° lo que le convierte en un estratega y táctico en constante cambio. Maneja el tiempo del fútbol a su antojo y el balón se mueve a su capricho. Como pocos, usa magistralmente los dos perfiles, lo mismo puede usar de pierna derecha que la izquierda al grado de confundir al enemigo.

Cuauhtémoc, también, tiene la singularidad de ser solidario y tiene un espíritu que raya en el masoquismo. Lo sobresaliente de esta “águila al ataque” es que se crece ante la adversidad como la espuma que genera un detergente. Su imagen de si mismo no le permite eludir el choque y goza particularmente del odio de muchos contrincantes que ante su habilidad deportiva no les queda más remedio que profesar su admiración por este jugador.

Cómo olvidar el gol del gane a Brasil (4-3) en la final de la copa Confederaciones ‘99 o el gol del empate (2-2) contra Bélgica en Francia ’98 para sellar una remontada fenomenal. Digno es también de recordar, después de su severa lesión, el gol que le anotó al Madrid galáctico en el Santiago Bernabeu cuando jugaba en el modestísimo Valladolid.

Hoy volvió ese Cuauhtémoc, el de las hazañas futbolísticas. Asumió el rol de líder, que con naturalidad lo acepta partido a partido. No le importó ser el blanco fácil de las hostilidades hondureñas ante la complacencia del arbitro y fue el autor de los dos goles de la noche (el que se anuló era legítimo).
En el momento donde a muchos les flaquean las piernas, él, sin pensarlo dos veces, tomó el balón y a pesar de que las suyas cargan lesiones y el paso del tiempo, mostró que aún están fuertes y anotó un gol valioso que da un suspiro al “Tri”.

Hace un mes cuando daba por un hecho que “el Tri” jugaría el repechaje contra el 5to. lugar de la Conmebol, veíamos al equipo con una serie de jugadores con la mirada ausente, sin compromiso. El mismo Sven, afamado galán sueco, posaba más bien para una portada de las “revistas del corazón” que como seleccionador nacional. Sven cometió todos los errores que puede cometer un DT desde pifiar la estrategia hasta desmotivar a los jugadores. El “Tri” era un equipo triste, deprimido y atemorizado por la supuesta violencia centroamericana, todos estaban contagiados de una actitud penosa.

Ahora todo parece ser distinto. “El vasco” como buen euskaro es disciplinado y le ha dado un orden al equipo y el águila vuelve al ataque con el temperamento que le ha permitido sobrevivir ante su limitada inteligencia emocional. De la historia de Cuauhtémoc que parece haber sido ideada por Víctor Hugo, me quedan las siguientes preguntas:

¿Qué habría sido de este espléndido jugador si en lugar de haber sido educado por el barrio, lo hubiese educado su familia?
¿Qué habría sido de él, si hubiese conocido ampliamente el significado de la ética o el cumplimento de las leyes?
¿Qué habría sido de su imagen pública si en lugar de estar en el “spot light” del escándalo hubiese dado un ejemplo de estabilidad emocional, paz y salud mental?
¿Qué presente tendría, si sus decisiones tomadas con las viseras las hubiese tomado con la razón?
¿Cuál sería el respeto de sus compañeros de profesión y del público cuando en lugar de tantos aspavientos, mentadas de madre e improperios expuestos en televisión nacional, lo hubiese gobernado la calma y la madurez personal?
¿Qué habría sido de la vida deportiva de Cuauhtémoc, si hubiese tenido un consejero (un mentor) de vida y no solo un entrenador de fútbol?

El Padre Herrasti clamando por la madurez a todos sus discípulos (jóvenes menores de 22 años), nos alentaba diciendo: ¡Qué jamás los traicione el barrio! Entendiendo que la formación personal que se recibe desde el seno de la familia sustentada con principios y valores, además, de una buena dosis de educación y cultura, son la clave para ser personas de éxito y no aquella que por osmosis se recibe de los “cuates” del barrio.

Con respecto a Blanco es claro que el barrio lo ha traicionado cientos de veces porque de lo contrario, estaría escribiendo sobre un jugador exitoso de la liga Premier, la Liga Española o del calcio italiano. De un ícono deportivo… de un ejemplo para la juventud.

El mundo del futbol también requiere que el talento deportivo se combine con madurez personal dado el impacto que tiene con la sociedad. Los que tienen algo que ver con el fútbol (jugadores, técnicos, auxiliares, dirigentes, periodistas, etc.) deberían asumir un compromiso social permanente. Pelé, Platini, Cruyff, Beckenbauer, Butragueño, Moore, Maldini entre otros, no solo fueron baluartes de sus equipos, han sido considerados un ejemplo, de disciplina, orden y manejo de imagen, etc. ¡Se puede! Solo basta la consciencia y evitar que la fama empañe la visión de vida de los héroes modernos.

Ojala que el águila que ataca nuevamente con nuevos bríos en el fútbol, algún día ataque con un ejemplo de vida.

Ariete-09.

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