jueves, 5 de mayo de 2011

Las explicaciones postmodernistas del Fútbol de hoy

Las explicaciones postmodernistas del Fútbol de hoy

Desde que este hermoso deporte llamado fútbol se transformó en un negocio, el 80% de todo lo que se escribe y se habla en su entorno está ligado al negocio y no al deporte. Cada día se habla menos del juego y cada opinión, casi siempre, está ligada a vender, vender un supuesto éxito con la complicidad del engaño.
Un ejemplo de ello son aquellos entrenadores que cuando les va bien, sostenidos por algún éxito momentáneo, quieren aparecer como forjadores y creadores de algo nuevo, y entre la cantidad de disparates que dicen y hacen, comienzan a presentar supuestas ideas nuevas, modelos inéditos presentados en un lenguaje raro y confuso.

Uno de los pioneros de tantas mentiras fue el argentino Carlos Bilardo que pretendió hacer creer que la Selección de Argentina que salió Campeón del Mundo en México 1986 había triunfado gracias a un modelo "moderno", diseñado por él mismo, pero que, en lo táctico no ofrecía ninguna cosa que no fuera lo mismo que había hecho Italia o Alemania años atrás y que como sistema retomó el entrenador Cesare Maldini con la selección de Italia del Mundial de Francia.
Aquel equipo argentino contaba con la figura de Diego Armando Maradona en su mejor momento y estado, y este fue uno de esos jugadores que con su sola presencia refuerzan y hacen indiscutibles todos los sistemas, el fue el salto de calidad superlativa. A tal punto que se escuchó que con Maradona, no todas, pero cinco selecciones, al menos, pudieron haber ganado aquel Mundial.

Por lo tanto, si queremos ser serios en la discusión de ideas y sistemas, tenemos que intentar dar respuestas con un análisis que se base en el desarrollo del espectáculo, del buen juego y no entrar a mezclar el fútbol-juego con fútbol-negocio.
Alguna vez dijo aquel maestro del fútbol que fue Adolfo Pedernera, un futbolista de raza, resumiendo su tiempo: "todo lo que veo ya lo vi y lo que veía antes no lo veo más". Puesto que hoy creo lo mismo, me gustaría enumerar algunos conceptos que me pertenecen y que podrían explicar o desarrollar la frase de Adolfo, servir como respuesta a tantas otras que escucho a menudo.

1.- El fútbol de hoy ¿es más rápido que el de antes?
A diferencia de otros deportes, el atletismo por obvias razones o el basquetbol, no es más rápido el que llega primero sino el que resuelve antes. El francés Zinedine Zidane se movía como un jugador de todas las épocas y eso que no fue más veloz que Moriero o Rivelinho, y resuelve por buen jugador y no por velocidad física. Cristiano Ronaldo es el mejor ejemplo del presente del fútbol actual.

2.- ¿Hoy se marca más y más duro, con mayor velocidad?
A las grandes estrellas de antes como Pelé, Maradona, Platini, Garrincha, Gerson, Cruyff, los marcaron de todas las maneras posibles, tan fuerte y tan al hombre como lo marcan hoy a Zidane, Toti, Raúl, Rivaldo, Ronaldinho, Messi o a cualquier otro. Los que creen que tienen que anular a los creadores del fútbol como una marca férrea y personal existen ya desde hace 40 años.

3.- ¿La marca en la zona es más riesgosa?
Los sistemas en sí no lo son, disminuyen los riesgos cuando se hacen bien y se acrecientan cuando se hacen mal. En el fútbol, como en la vida, es imposible evitar los riesgos; quien lo intente se arriesga a morir de nada, y éste es el peor de los riesgos.

4.- Hoy es imposible jugar tocando, la velocidad y la cantidad de jugadores en el medio campo hace que no haya espacio.
Esto no es verdad, el tema pasa por determinar una manera de lograr la eficacia. Hay que hacer la elección, decidir lo que se quiere, como Holanda o el FC Barcelona, que apuesta a la tenencia de la pelota como punto de partida de su juego. ¿Y cuántos toques? Quién lo sabe, esto lo determina el talento del jugador, pueden ser 5, 10 o 25. Otros lo miden por el porcentaje del tiempo en que se posee el balón, por cierto, el FC Barcelona ha llegado a tener más del 73%.
Esto es posible por las siguientes razones: el rival juega con 11 jugadores, 10 de campo repartidos en un terreno de 100 por 70 metros, lo que significa que cada jugador puede controlar él solo 63 metros cuadrados, que es la superficie que le tocaría cuidar a cada uno. Donde se puebla un lugar, se despueblan los otros.
La pelota siempre, por lo menos hasta hoy o hasta que me demuestren lo contrario, sigue siendo más rápida que la carrera de un jugador. Siempre es más rápido un pase que un traslado. Por la tanto, la tenencia de la pelota y por ende el juego en sí se resuelve con técnica, movilidad y participación. Los tiempos de aceleración o pausa, de pase-gol o pase de distracción los maneja el talento, el talento de aquellos de los que cada día hay menos: los buenos jugadores de fútbol.

Saber jugar bien al fútbol es el gran secreto y esto no tiene que ver con correr mucho, sino con desplazarse bien; tampoco es bueno quedarse parado, sino encontrar los mejores lugares, ni tener que ser muy hábil,
sino aprovechar la habilidad para clarificar el juego, ni alcanza tener técnica, si después se elige mal. Es decir, no por técnica o habilidad, por fuerza o velocidad sé es automáticamente un buen jugador de fútbol.

Para ser un buen jugador de fútbol hay que saber jugar con todo lo que esto implica. Franz Beckenbauer no fue el más hábil, ni el más rápido, ni el más técnico, ni el más fuerte; fue uno de los grandes defensores de la historia del fútbol porque fue un gran jugador. El alemán Overath o la pareja del siglo Xavi e Iniesta del FCBarcelona, no sé si fue o son los más hábiles, más veloces, más potentes, más combativos, más dinámicos que otros de su generación, pero lo que sí sé es que son grandes jugadores.

Quiero cerrar con una anécdota que viene de otro deporte pero que bien la podemos utilizar para lo que estamos planteando. Una vez le preguntaron a Jackie Stewart, sí, aquel fenómeno de la Fórmula 1 de los años sesenta, si el quíntuple Campeón Mundial Juan Manuel Fangio podría correr en la Fórmula 1 de hoy, y él respondió: "estoy seguro que sí, lo que no podría asegurar es si todos nosotros hubiéramos corrido en su época".

Estoy seguro que Sivori, Cruyff, Beckenbauer, Schuster, Rivelinho, Overath, hoy serían figuras indiscutibles, pero no sé si los que hoy lo son, lo habrían sido en otra época. Mientras los jugadores no se preocupen por entender el juego y supongan que con los que le dio la naturaleza alcanza, no aparecerán los grandes jugadores.
No se entrena ni se aprende a jugar al póker fumando habanos, tomando whisky y preparándose para estar 10 horas sin dormir, sólo son los buenos jugadores de póker los que saben jugar.


La violencia y el fútbol. ¿Dónde está el huevo de la serpiente?
El escritor mexicano Carlos Fuentes escribió en un artículo publicado en El País, de Madrid, España, que "si pudiéramos reducir la población de la Tierra a una aldea con sólo cien habitantes, pero con los mismos porcentajes demográficos actuales, nos encontraríamos con el siguiente resultado: habría 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas de las Américas y 8 africanos". Este artículo que comienza como una estadística sin grandes connotaciones para un sencillo ciudadano, se convierte, en dos o tres párrafos, y utilizando el mismo y sencillo recurso expuesto más arriba, en una síntesis, irrefutable y terminal, que muestra la más aberrante faceta de la insensibilidad e injusticia de los tiempos modernos. Continúa Carlos Fuentes,… “La mitad de la riqueza total del mundo estaría en manos de seis personas. Ochenta vivirían en casas de baja calidad, setenta serían iletrados. Cincuenta estarían desnutridas. Uno estaría a punto de fallecer y otro de nacer. Sólo una entre cien personas tendría formación universitaria.

Si bien esta afirmación del autor de “La muerte de Artemio Cruz” puede parecer una verdad estrujante, creo que es un preámbulo recordatorio y necesario para muchos hombres serios que manejan nuestras vidas: de esos cien aldeanos, el setenta por ciento sería analfabeto, y tal vez esto nos indica el único camino para encontrar la salida a un gran problema.
El flagelo de la violencia clava cada día más hondo su puñal en el corazón de la sociedad y por obvias razones en el fútbol. En Latinoamérica lo vemos como una realidad más de nuestra vida cotidiana que tiene reservada su trágica página en los periódicos del lunes.

Tanto la clase política como los dirigentes de los clubes de fútbol se hacen los desentendidos del tema y culpan a todos los hinchas por los desmanes que hacen un grupo minúsculo, al cual tienen perfectamente identificados. Parece ser que estos supuestos seis aldeanos, que tienen la responsabilidad de organizar o, en el mejor de los casos, manejando el 50% de la riqueza, no logran garantizar que un minúsculo grupo al que muchos tienen perfectamente individualizado, convierta en una zozobra la vida diaria con la incertidumbre del amanecer sin la garantía de dormir el mismo día.
Qué días distintos aquellos en que mi hermano Alfonso y yo tomábamos un camión y el metro para ver al Cruz Azul vs. América en el estadio Azteca cuando tenía 11 años, viajábamos solos sin plan previo y solo con el dinero exacto para el boleto y transporte que nos daba mi mamá de su “gasto”. Ahora ir al fútbol se ha convertido en un de arte de escapismo, en un cúmulo de expresiones de miedo, violencia, inseguridad...

Un clásico entre Colo-Colo y la Universidad Católica en Santiago de Chile o Peñarol-Nacional en Montevideo o el América de México en Guadalajara, por no hablar de Boca-River en Buenos Aires, transforma a estas pintorescas ciudades, que soñamos teñidas por la mágica paleta de colores del fanatismo futbolero, donde el tiempo se detenía en un instante en la emoción del sonido de gol en una radio en las cercanías del estadio, y la categórica y lapidaria confirmación a lo lejos de la parcialidad del equipo que se acerca al milagro victorioso del domingo, en verdaderas zonas militarizadas, en persianas cerradas y corazones y vecindades parapetadas, en angustiosas esperas de retornos.
Día a día leo y escucho que el único remedio a este mal es incrementar la represión y aumentar la mano dura. Pero a cada momento veo que este remedio no cura el mal y sólo deja contentos a una clase política oportunista y a una prensa obsecuente. Nadie trata de ver (y mucho menos, se atreve a decir) qué hay detrás de esos hinchas violentos.

El problema aparece como complejo, pero esa es una visión que nos quieren imponer los que no pueden o no quieren afrontar el problema y no se atreven a llamar las cosas por su nombre.
Son los que no dicen que los dueños del Gran Negocio sólo atienden sus mezquinos intereses y no les interesa que la familia vuelva a la cancha, aún cuando esto no atenta contra sus análisis mercadotécnicos (sino más bien lo contrario), o que hay muchos dirigentes que apañan y manejan a esos grupos de inadaptados a favor de macabros intereses y aberrantes metodologías, y también determinados sectores de la prensa, que parecen dictadores eufóricos arengando a la violencia cuando no se gana, o algún jugador no ha tenido la eficiencia necesaria y esperada, desde la irresponsabilidad entonces a los generadores y dueños, junto con la gente, de este hermoso juego-espectáculo, y desde la triste cobardía del efímero dictador que jamás pisó ni pisará el verde y glorioso campo de batalla, y en muchos casos, ni siquiera fue un soldado ocupando su digno y memorable puesto en el tablón de la popular.

Son los que no se enteran ni se sensibilizan con los artículos de Carlos Fuentes, ni lo harán cuando un día los periódicos deportivos digan que a la jornada del domingo, asistieron tantas decenas de miles de hinchas, y sólo el 10% regresó ileso y algún otro porcentaje nunca regresó. Que se archive en estadística.
Y por último, el Estado, ausente en todo momento, con una ausencia en Latinoamérica cada vez más patética.
Desapareció no sólo en su función de controlar instituciones, como a los clubes de fútbol y a sus dirigentes, sino que prácticamente está ausente de áreas vitales para un país, como son la educación, la salud y claro está, la seguridad.
Ahí está el huevo de la serpiente, que envenena de marginación estas tierras y está matando al fútbol y a los hinchas, que vivimos este hermoso deporte.

Mayo 2009.

El Mundo del Revés

"Pará pibe, no corrás con la pelota, tocá, jugá atrás... cambiá ahora, no te apures. Tocá, ahora sí, encará".
(¡Qué terrible es escribir en argentino, el teclado huyó llorando!)
Después de ver estos tres partidos, Argentina-Alemania (Alemania 06), Brasil-Francia (Alemania 06) y Holanda-Italia (Euro 1996) recordé a Noronha (internacional brasilero). Las palabras que abren este artículo, pertenecen a Antonio Sastre, jugador argentino, que durante los 90 minutos de juego, reflejaba dialécticamente en el campo con esas palabras, uno de los conceptos más importantes en la búsqueda de la eficacia. A tal punto que, y según el mismo Noronha, A. Sastre fue uno de los principales responsables en el cambio de la historia del fútbol brasilero, que pecaba para esa época de un excesivo individualismo, y terminó transformándose en un fútbol mucho más colectivo, priorizando el juego asociado y haciendo de la tenencia de pelota, un principio irrenunciable y una arma temeraria. Fueron estos los pilares donde se construyó un estilo de juego que mereció el mayor reconocimiento a nivel mundial, más allá de los títulos conseguidos.
De 1958 a 1970 Brasil era, entonces, la aristocracia del fútbol y Pelé su Rey. Esto que apareció como un hecho cultural, como un estilo propio e inigualable, y en definitiva como un producto apetecible para todos los mercados futbolísticos, ante el primer tropiezo fue víctima de los mercaderes del éxito que exigieron triunfos sin ningún otro razonamiento que no sea el objetivo y lo que fue un estilo terminó siendo una enorme confusión.
Como conclusión, Brasil demoró 21 años en lograr un título. Y hoy vuelve a sostenerse en base a sus individualidades. Jugadores que disfrutan de una enorme técnica y una terrible eficacia casi por información genética, son el único argumento que mantiene el enorme prestigio conseguido.
Algunos con mayor inocencia, como esta Argentina, intenta priorizar la tendencia a resolver la problemática desde un orden establecido, donde lo más importante pasa a ser el adversario, la geografía en el campo, la dinámica a favor de la presión en la recuperación de la pelota. Lo que no logra resolver ni transmitir es para el atrevimiento, para la tenencia de la pelota, para el talento, la imaginación, el engaño, la pausa... No parece posible jugar el partido desde la diagonal y la pausa, para sorprender en la verticalidad cuando se llega a zonas de definición y, en cambio, evitar esta verticalidad apenas se logra la posesión de la pelota por carencia de sorpresa y dependencia exclusiva de la individualidad en cada lanzamiento vertical.
Para el juego asociado, fácil es comprobar que el 90% de pelotas jugadas en vertical no significan otra cosa que pérdida de la pelota y ruptura de líneas, el arma más eficaz, junto a los grandes jugadores, para obtener el resultado esperado. Sólo el 10% de las veces se consigue ganar terreno, y aún así cabe destacar que hacerlo no significa estar más cerca de la eficacia. En el Fútbol, como en tantas cosas, no se trata de llegar primero, sino de resolver antes; se puede tener un kiniesiólogo que recorra 100 metros en 11 segundos, a la hora de atender un jugador lesionado en un partido, pero, de todas formas, en la mayoría de los casos será aconsejable esperar que llegue el médico para que resuelva. En una carrera de 100 metros, cuando se corta la cinta, termina el problema; en el fútbol, cuando se llega a la pelota, recién empieza.
En estos partidos Argentina y Brasil más allá de los resultados representaron lo que alguna vez dijo Valdano: "Ahora tienen la escopeta y le tiran a los cazadores". El mundo del revés. Porque de los tres, España -que hasta la llegada de Del Bosque era un equipo aburrido, previsible y feo- hoy, a favor de una idea de buen fútbol, que por momentos consigue plasmar, muestra un buen equipo, con buenos jugadores. Para Argentina y Brasil lo podría resumir con aquellas simples palabras de Antonio Sastre (gran jugador internacional argentino): "Pará pibe, no corrás tanto con la pelota, vení atrás, cambiá, ahora sí, encará".
Al decir de Jorge Luis Borges, poeta argentino, “la inspiración es como los gatos, por más que los llamen no vienen, sólo nos visitan de vez en cuando". Lo que también es muy cierto es que a algunos los visita con más frecuencia que a otros. Cuando uno revisa la formación de un equipo tiene que saber si la inspiración estará cerca o lejos de visitar a esos jugadores.
Un párrafo aparte para comentar, debo reconocer con cierta alegría de mi parte, el extraordinario momento que vive Guardiola, ex-jugador de la Selección Española de fútbol y del FC Barcelona. Después de escuchar de boca de Cruyff que era el mejor jugador de Europa en su puesto, y de que Van Gall dijera que con él se resolvieron todos los problemas estructurales del Barcelona Campeón, se encuentra viviendo un sueño que cualquier entrenador quisiera soñar todas las noches. El FC Barcelona es lo más cercano al arte después de Dalí o Serrat. Su experiencia previa era entrenar al juvenil equipo del Barca B. Actualmente, los técnicos de fama y experiencia tienen preparada la maleta del abandono para huir en cualquier momento. Ahora los pajaritos tienen la escopeta y le tiran a los cazadores. El Mundo del Revés.

Los 50 partidos de Pep Guardiola

Guardiola ya ha alcanzado la cifra redonda de 50 partidos oficiales como técnico del primer equipo de fútbol del Barça. Como ya viene siendo habitual, no ha llegado a este registro discretamente sino que lo ha hecho con las segundas mejores cifras del último medio siglo.
Hasta el momento, cincuenta partidos que se resumen en 37 victorias, 8 empates y 5 derrotas. Con 133 dianas convertidas, el Barça de Pep Guardiola también es el conjunto con segundo mejor cómputo goleador.

Helenio Herrera es el único técnico del último medio siglo que ha superado el registro del actual entrenador azulgrana. Los 50 primeros partidos oficiales del curso 1957/58 del Barça acabaron en 40 victorias, cinco empates y cinco derrotas. Aquél Barça también rompió todos los registros realizadores marcando 164 goles, lo cual supone uno promedio de 3,28 dianas por enfrentamiento.

A pesar de ser el conjunto que ocupa el segundo lugar del ranking, el Barça de Guardiola ostenta la mejor defensa. Y es que se trata del conjunto que menos goles ha recibido a lo largo de los 50 primeros partidos oficiales de la temporada, con un total de 42. El Barça de Helenio Herrera, por su parte, vio batida su porteria en 49 ocasiones.

De estos 50 partidos, 30 son de Liga. En competición regular los azulgranas han ganado 24 enfrentamientos y han empatado y perdido tres, marcando 87 dianas. En la Champions el Barça se ha impuesto en 7 partidos, ha empatado en 3 ocasiones y sólo ha dejado escapar 2 partidos, consiguiendo hacer 33 goles en 12 partidos. Los mejores resultados los encontramos en Copa del Rey donde no ha conocido la derrota ganando 6 partidos y empatando 2. En el torneo del KO, los azulgranas sólo han concedido 5 dianas por las 13 que ha convertido.


Napoleón y el fútbol
A Xavi jugador del FC Barcelona.

Me produce una enorme fatiga el escuchar tantas irrealidades sobre el fútbol, originadas tanto por el desconocimiento como por el ejercicio perverso del gran negocio.

Trepados a favor de algunos resultados aparecen los especialistas entre los que cuento en su mayoría a periodistas, pero también a entrenadores, que siguen pretendiendo hablar de fútbol dentro de un marco tacticista que los aleja permanentemente de la realidad.

Así podemos escuchar frases como "carrileros, medios de recuperación uno o dos, líbero que barra con velocidad, 4-3-3 o 4-4-2, hay que tener explosión en el medio" y muchas más que conforman comentarios risueños. Digo esto, como tantas veces, que no se puede hablar de tácticas en el fútbol, sin nombres propios.

¿Qué significan las distintas posiciones que en un equipo deben usar los jugadores? Nada más ni nada menos que la resultante estratégica para ocupar el terreno de la mejor manera, en las dos acciones: la de recuperar la pelota para iniciar la nueva acción, que es jugar en posición de la pelota para lograr la eficacia. Esto en definitiva se resuelve en el tanteador, algo tan sencillo como que tengo que marcar goles, más que el adversario. Y esto, ¿cómo se logra?
Si uno escuchara o leyera sobre sistemas tácticos o estrategia, habría que detenerse en una frase de Napoleón. Luego de unos minutos de debate sobre estrategia, un general que debía decidir la acción, le preguntó: "¿Entonces, mi Emperador, qué hacemos?". Napoleón respondió: "En primer lugar, destituirlo, no puedo decidir qué hacemos, si no me dice con qué contamos".

No se puede armar ni siquiera en la teoría, un equipo y menos su funcionamiento, sin nombres propios. El juego de un líbero depende entonces de cómo se llame. Si se trata de uno que juegue destruyendo o de otro, como Xavi Hernández, el libero moderno. No es el lugar el que determina el funcionamiento, sino el jugador con sus posibilidades. Pero tampoco termina ahí: para determinar cómo se movería Xavi en un equipo, tenemos que saber el nombre y las condiciones de los otros diez jugadores.

En la zona del medio campo y en el ataque aparecen opiniones permanentes sobre cómo estructurar el medio juego: dos volantes de marca, uno de creación, dos delanteros, o tres, o uno. Todo errado desde el principio, así no se puede hablar seriamente de fútbol.

Claro, si partimos del ideal, un líbero debe jugar como Xavi. Aunque sabemos que esta definición es intrínsicamente falsa. Al Fútbol en su globalidad hay que jugarlo como Xiavi, jugador de todo el campo. En primer lugar, sabio en el conocimiento del juego, ágil y preciso defensor que defiende en primera línea con talento e inteligencia, pensando inmediatamente en la creación. Y además con una elegancia tan característica, que podríamos decir sin temor a equivocarnos que es el resumen ideal del fútbol, belleza y eficacia.
Entonces basta de sistematizar el fútbol, hablemos de cómo deben jugar los jugadores. Busquemos ejemplos de eficacia con nombres propios. Definamos el camino de la eficacia a favor del buen juego. Pero cuando hablemos de fútbol, aprendamos de una buena vez que el fútbol, su estrategia, su táctica, la definen las obligaciones y posibilidades de cada jugador.

Del fútbol táctico no se puede hablar sin nombres propios. Recordemos a Napoleón. Dime con qué cuento y te diré qué haremos.

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